GARANTÍAS EN PELIGRO ANTE LOS JUECES DE CONTROL DE GARANTÍAS.

               

                  Por ARMANDO CAMACHO CORTÉS

Abogado litigante, penalista, criminólogo, periodista y consultor jurídico


En el afán de copiar a medias  el Sistema Penal Oral Acusatorio, quienes  redactaron  el Código de Procedimiento Penal vigente hoy día, es  decir la ley 906  de  2004, cometieron el error  garrafal de poner  en manos de los jueces del más bajo nivel los  derechos  fundamentales  de los  ciudadanos  colombianos, entre  ellos  la libertad, la presunción de inocencia,  debido proceso,  formas propias  del juicio, derecho a la defensa, la propiedad privada, derechos  adquiridos, igualdad  ante la ley y muchos más, lo cual  resultó atropellador y desastroso para todo procesado penal así  sea  inocente, quien va  a parar a la  cárcel por mandato  de  muchos de esos  jueces, quienes  son desconocedores de  los postulados constitucionales, internacionales, legales, doctrinarios, jurisprudenciales y humanitarios que  respaldan y respetan tales derechos  fundamentales.

 Los jueces constitucionales o de  control de  garantías, como pomposamente se llaman, son promiscuos municipales o penales  municipales, cuyos  titulares  son muchachas  o muchachos recién egresados de las  universidades, muchas  de ellas  con  facultades  de  derecho de “ garaje”,  los  cuales  a  cambio de una paga salarial mínima, asumen esas  funciones  tan delicadas, en medio de  su oscuro mundo  e  inexperto mundo jurídico, lo  cual  indiscutiblemente en vez  de  favorecer  arruinan los  derechos  fundamentales.

La mayor parte  de los  jueces  de  control de  garantías,  cumplen el papel de “populistas”  carcelarios, punitivos y represivos de un régimen que  quiere  solucionar la  conflictiva social mediante la prisión. En muchas  ocasiones resulta muy  difícil distinguir,  si nos  hallamos en un Estado de Facto, dictador o un Estado Social y Democrático de Derecho  como  teóricamente  se llama  el nuestro.

La presente reflexión, no es la proyección de un  resentimiento social, sino la  narración del hacinamiento carcelario y  violación de los  derechos  humanos que existe en Colombia. Con la  frente  en alto, debo decir que la mayor parte  de los jueces  de  control de  garantías  en Colombia, son verdugos de la libertad y digo la mayor parte, porque  en el diario trajinar procesal penal se  encuentran unos que otros justos, humanitarios, estudiosos y por tanto respetuosos  de los derechos  fundamentales, pero son contados.

La pena privativa de la libertad máxima  en Colombia por cada proceso penal, está  en 60  años  de prisión, por  ahora,  mientras  llega la  cadena perpetua y pena  de muerte,  y digo por  cada proceso, porque  si el acusado tiene más procesos pendientes, ese monto de  condena  puede  aumentar hasta  de por vida.

Lo  expuesto hasta  aquí, solamente  por hablar  de  un derecho fundamental de primer orden  como lo  es la libertad, porque desde el comienzo del proceso penal, es  decir  desde  la  audiencia de imputación de  cargos  e  imposición de  medida de aseguramiento  la libertad queda en manos  de los jueces con  función de control de garantías de las  condiciones  y  características ya  referidas  y así  con los  demás  derechos también fundamentales. Es  frecuente  encontrar  jueces  de  garantías, insolentes, irrespetuosos, gritones, regañones, inpreparados, inhumanos y completamente  alejados de la  realidad  social, son los  que  aplican  el viejo apotema de que “la  ley dice, yo cumplo”, “la ley ordena  yo obedezco”, pegados  siempre  de la literalidad  de la norma,  sin  llegar  a profundizar en el verdadero significado de las normas constitucionales  y legales, actúan  alejados de la  realidad  social como verdadera fuente  del derecho.

Si  a todo lo anterior le sumamos las mismas  condiciones  a una  gran mayoría de   defensores, quienes también lucen sin preparación jurídica   y anti técnicos, el caos  es mayor y por  tanto los  derechos  fundamentales  de los  procesados penales quedan en ruinas. De ahí el hacinamiento carcelario y violación  de los  derechos humanos de muchos privados de la libertad.

 

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