CADENA PERPETUA EN COLOMBIA, UN CUENTO CHINO.



Por ARMANDO CAMACHO CORTÉS
Abogado litigante, penalista, criminólogo, periodista y consultor jurídico

El Congreso de la República de Colombia, en medio de la pandemia  internacional y nacional por la  emergencia social, económica y ecológica  del  COVID 19, aprobó la ley de cadena perpetua para violadores y asesinos de niñas y niños, con lo cual  el pueblo colombiano en medio  de  su ingenuidad y creencias sacramentales a los políticos, piensan que es cierto, cuando ello es una mentira más, disfrazada de verdad para  conquistar votos y justificar sus ganancias  económicas, políticas y  sociales  por más  de 50 millones  de pesos mensuales  entre  otras y mucho más.

La cadena perpetua en la práctica no sirve para nada, es un cuento “chino”, es decir sola imaginación. En mi  condición de penalista  criminólogo, no me voy a  poner  a  discutir  el contenido de la ley, porque ello es propio de foros y conversatorios sobre el tema, por  ahora  digo, que si esa ley pasa el examen en la Corte Constitucional, se  empezaría a aplicar por  allá en tres  o cuatro años, cuando todo haya pasado al olvido y los  que  aplauden hayan vivido del  “ embeleco” político y con la  gran ventaja  de una inmensa  rebaja de penas.

Una  de las  críticas más  grandes, que hemos hecho a los parlamentarios colombianos, ha sido la relacionada con la falta  de  asesoría profesional en todos los  campos, como el  científico, artístico y  técnico, debido a que las leyes expedidas, carecen de redacción, semántica, ortografía, criminología, psicología, psiquiatría, política criminal, economía, honestidad  y honorabilidad.

Claro que personalmente, y ya como ciudadano, no como penalista, estoy de acuerdo con la  represión máxima, incluso la cadena perpetua o pena de muerte para  la delincuencia que en el pasado, en el presente y seguramente en el futuro, nos  tiene  humillados, asustados, aterrorizados y al borde de una guerra civil, pero  ello, bajo la verdadera legalidad del debido proceso, formas propias del juicio, derecho a la defensa, jueces, magistrados y fiscales estudiados, preparados, honestos  y que no pertenezcan al “cartel de la toga”.

Dicho lo anterior, digo, la  cadena  perpetua o la  pena  de muerte, si  es  que  también se la inventan los políticos en Colombia,  no sirven para nada, por las siguientes  razones, entre otras muchas:

La  solución a la conflictiva social, no es por  ahí; inicia por la educación del ciento por ciento pública y por  tanto gratuita, no del 10% como de  manera  engañosa cierran la puerta los  artículos  27 y 67 de la Constitución Nacional  y Ley de la Educación, los  cuales  fueron hechos por políticos. El freno a la criminalidad colombiana, también inicia con salud pública total y oportunidades de trabajo. Se ha demostrado científicamente mediante estudios sociológicos, antropológicos, psicológicos, psiquiátricos y de política criminal, que las penas  altas, no disminuyen la  delincuencia ni la criminalidad; los índices indican, que por el contrario aumentan. Un delincuente sin estudio rara vez  entiende  qué  es  la  cadena perpetua o pena de muerte, en caso de llegarse a imponer.

La solución, igualmente inicia por la honestidad de políticos, funcionarios y ciudadanos. Cero corrupción, porque ese es el virus que abre las puertas a la delincuencia en todas las áreas. En Colombia se dice, si los políticos delinquen en gran escala, ¿por qué yo no lo puedo hacer?. Los corruptos han  enseñado a  conjugar el verbo  delinquir diciendo, yo delinco, tú delinques, nosotros  delinquimos, vosotros  delinquís y ellos delinquen. Esa  cadena de  corrupción  es una  de las  causas más  graves de la  delincuencia. 

Otra de las muchas soluciones a la  delincuencia  nacional, estaría en una  adecuada política  criminal, la cual significa programas educativos, económicos, sociales, políticos, educativos y carcelarios encaminados a enseñar a la  delincuencia, que infringir la ley no paga, no sirve, no merece y que no conviene meterse en esos problemas, que la libertad  tiene un inmenso valor.

Sigamos, una Administración de Justicia, diestra, preparada, formada, con experiencia y llena  de  sabiduría, alejada  del populismo penal, punitivo y carcelario, ayuda  a solucionar los  índices de  delincuencia. En Colombia hay más de 350 formas  de salir  de la cárcel y a los jueces  y magistrados, por  andar pegados  a  ese  populismo carcelario mencionado, les  da miedo aplicarlas. Un carcelazo de un día, 10, 15 ó 30, o de meses, o de pocos  años bien administrado y orientado, sirve más que la  cadena perpetua o la pena de muerte, porque lo primero  rehabilita, lo segundo mata aún más a la  sociedad.

Si queremos, aminorar el hacinamiento y población carcelaria, el Gobierno Nacional, el Poder Legislativo y el Poder  Judicial, deben levantar la mirada hacía una verdadera política  criminal  en busca  de  soluciones a  la delincuencia, soluciones que deben ser diferentes a la politiquería  y encarcelamiento, de lo contrario las “universidades del crimen”, “escuelas del delito”, “jaulas de tortura y violación de los derechos humanos” como se llama comúnmente a las cárceles colombianas, continuarán repletas, llenas de culpables, inocentes y simples indiciados o sindicados.

Son tan ignorantes los políticos que aprobaron la ley de cadena perpetua para violadores y asesinos de niños y niñas, que las condenas de 60 años de prisión y más si el delincuente tenía otras condenas pendientes, penas ya existentes en Colombia, las bajaron a 25 años, que gran favor para los violadores y asesinos de niños y niñas; lo más  grave es que el pueblo ingenuo les cree y seguirá votando por ellos.

Una verdadera ley que reduzca la  delincuencia en todos los ámbitos, debe ser la que establezca una educación perpetua, salud perpetua, las oportunidades de trabajo perpetuas y la honorabilidad perpetua, en vez de cadena perpetua.


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